Las manos eternamente frías, la sensación de frío a pesar de ver a todos sin suéter, la dificultad para conciliar el sueño debido a que no podemos calentarnos… son muchas las problemáticas que vivimos cuando nuestra resistencia al frío disminuye y esta parece ser una característica en la tercera edad. A continuación les contamos a qué se debe y cómo ganarle la batalla.
El cuerpo humano es capaz de autorregularse, ya que puede mantener su temperatura corporal en diferentes entornos ambientales; sin embargo, cuando envejecemos nuestro metabolismo basal (el encargado de la termorregulación y percepción de la temperatura) cambia, por lo que la resistencia al clima disminuye.
Una característica de la tercera edad es la poca adaptación a la temperatura externa: el calor es poco tolerable, pero el frío es peor debido a que las reacciones vasomotoras son poco eficientes; por otro lado, la piel en la tercera edad se adelgaza, por lo que podemos tener dificultades para percibir el calor.
Por otro lado, cuando el cuerpo del adulto mayor se enfrenta a bajas temperaturas, pierde más calor del que produce y los vasos sanguíneos de la piel deben contraerse para conservar la temperatura corporal. El proceso de vasoconstricción se encarga de que el corazón bombee la sangre a través de los vasos sanguíneos, que se contraen, por lo que aumenta presión arterial; en el adulto mayor este proceso representa un riesgo mayor de infarto agudo de miocardio, situación que ha sido demostrada en estudios observacionales.
En tiempos de frío, el adulto mayor debe:
- Instalar un termómetro en un lugar visible para controlar la temperatura de la habitación y la exterior; ya que los adultos mayores pierden la capacidad de sentir los cambios de temperatura, se recomienda controlarla con base en el termómetro.
- Ya que el frío influye en la presión arterial y esta suele aumentar entre más frío hace, los adultos mayores que padecen hipertensión deben ser vigilados estrictamente en esta temporada.
- También es importante vigilar a los adultos mayores con artrosis, ya que el frío puede agravar sus dolencias; se recomienda tomar baños con agua caliente para disminuir la rigidez, evitar el esfuerzo físico y dar paseos al exterior cuando el clima lo permita, para que no pierdan la movilidad.
- Prevenir la dermatitis y resequedad de la piel, que puede provocar o acentuar los problemas de la piel de las personas mayores; el baño diario, el uso de crema hidratante y beber líquidos frecuentemente es de gran ayuda para esto. Además podemos ayudarles a entrar en calor al darles bebidas como té caliente, sopas, caldos, etc.
- Prevenir las caídas y potenciales fracturas, especialmente si vivimos en áreas de frío extremo, donde la nieve y el hielo pueden predisponernos a caer, por lo que se recomienda el uso de calzado adecuado.
- Evitar la depresión y el trastorno afectivo de temporada, en el que las personas tienden a aislarse y presentar desánimo, irritabilidad o somnolencia excesiva.
Para ganarle al frío, es necesario que el adulto mayor tenga la mayor actividad física posible, que salga a dar un paseo y que tenga una vida social activa, ya que el movimiento ayuda a que el metabolismo funcione adecuadamente. Además, abrigarse, beber líquidos calientes, utilizar un calentador cuando es necesario, ropa térmica, cubrebocas al salir de casa (para prevenir el contagio de enfermedades) y cubrir los espacios de la casa donde existan filtraciones de aire, nos ayudarán a permanecer abrigados mientras termina el invierno.