Tengo olvidos repentinos ¿Soy propensa al Alzheimer?

Escrito por: Mariel Hernández Maldonado

Frecuentemente cuando estamos bajo mucho estrés o hemos dormido muy poco, solemos olvidar en dónde ponemos ciertas cosas como nuestras llaves o algunos eventos y pendientes importantes pueden escapar a nuestro recuerdo si no contamos con las condiciones biológicas indicadas para funcionar al 100%. sin embargo hay quienes sencillamente confiesan ser personas distraídas que no pueden con varias tareas a la vez, a estas personas ha llegado a preocuparles el riesgo de padecer Alzheimer.

Hace poco empezamos a escuchar mucho sobre el Alzheimer, sus causas y sus posibles curas, por lo que algunos empezaron a identificarse con algunos de los síntomas que en dichas listas se ofrecían al internauta curioso, sin embargo no todo es indicador de que vayamos a perder totalmente la memoria, de hecho existen algunos “defectos normales” que nuestra memoria puede presentar:

    • Transitoriedad. Esta es ni más ni menos que el tipo de memoria que tal vez todos activamos en la escuela para pasar exámenes; aprendíamos algo que al salir del salón olvidábamos, pues era información que no utilizábamos día a día, esto es la transitoriedad, la capacidad que tiene el cerebro de solamente conservar fresca la información que se utiliza regularmente.
    • Bloqueo. Existen teorías que atribuyen el bloqueo de ciertas memorias a una función psicológica “de defensa” pues existen recuerdos que es mejor no traer a la conciencia, pues solamente podrían desequilibrar las emociones; así, según esta teoría cuando olvidamos el nombre de cierta persona, es porque asociamos con ellos algún mal recuerdo.

Alzheimer

  • Despiste. Este es el caso de las llaves. Puede ser que estemos pensando a la vez que tenemos que mandar un correo a las 3 de la tarde, que tenemos que pasar por nuestro hijo a la escuela y qué vamos a preparar de comer mientras estamos limpiando un cuarto, cuando de repente nos damos cuenta de que no tenemos el celular en la mano y no tenemos ni la más mínima idea de en dónde lo dejamos. Esta es una especie de saturación cerebral; le damos tantas tareas a nuestro cerebro que no puede manejar todas y decide dejar ir algunas.
  • Atribución equivocada. Esto pasa cuando, por ejemplo, creemos que recordamos una parte de nuestra infancia como si fuese ayer, pero cuando contamos a alguien resulta ser que nunca estuvimos ahí o que las cosas ocurrieron de diferente manera. Esto no tiene nada de malo, es normal que apropiemos ciertas ideas o relatos de familiares y amigos como propios.

No hay que preocuparse mucho sobre los olvidos y otras variedades de nuestra mente, es preciso recordar aquel dicho que reza “una mentira repetida mil veces se convierte en una gran verdad” si nos repetimos que estamos enfermos, tarde o temprano nos convenceremos.

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